domingo, 1 de abril de 2007

El mar de mi casa....

Neruda, observador minucioso de ese mar gélido y tenebroso desde mucho
antes de su nacimiento, le rezaba a su amor perdido y los versos se le hacían
hilachas de algas perfumadas de salitre y olvido, mensajes que viajan en
botellas solitarias a través del inmenso océano incierto, amarga acuosidad
sobrevolada en los crepúsculos por gaviotas plateadas y por amores desvencijados
como planetas silenciosos.

El mar de Neruda es un mar entre millones de mares posibles...


Carlos Herrera. Catálogo de Pequeños placeres.



El mar que yo quiero es el mar de mi puerta. El mar de mi casa.
Y aunque hay mares que en su extrañeza me resultan casi de hechizo y conjuro...
el mar que yo quiero es el que me ha regado desde niña y me ha crecido en calma.

El mar que baña cada recuerdo y el que me ha regalado magia en cada noche de tibia vigilia.
El mar que ha mojado de añil mi suerte y mi desgracia... ese es el mar que yo quiero.
El mar que me cose la vida con mil hebras de algas.

El mar que yo siento es el que me sala por dentro y por fuera, el que se incrusta en las pestañas.
El mar que mancha de plata, el mar de mi puerta, el mar de mi casa...


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