jueves, 3 de mayo de 2007

una mañana cualquiera...

Hoy ha sido una mañana muy larga, he caminado sola durante horas (por trabajo) y en ausencia del mp3 me he dedicado a hacer lo que más me gusta... soñar despierta.

Hoy he soñado con un viaje. No viajaba a ningún lugar concreto... trozos de antiguos destinos, parcelas de viejas estacias. Pensión completa para el ánimo.

He soñado mientras caminaba bajo las palmeras, que mi maleta estaba llena de conchas de colores... había mar. Soñaba que me sentaba en una playa de arena, que tenía los pies morenos y las manos llenas de sal. En mi playa solo estaba yo y alguna gaviota despistada.

No hay nada de especial en esta imagen, ni siquiera nada que no haya vivido en las playas de mi vida... en un instante el sol que en mi paseo me acariciaba la piel y hacía de mi sueño algo casi real, se ha escondido. El día se ha tornado noche y el cielo nos ha mojado de otoño por unos minutos. Sin embargo nada ha cambiado en mi rincón del cuento... porque era tan clara la película de mi playa que ni la lluvia ha podido sacarme de mi oasis.

Así de este modo hoy puedo decir que he pasado la mañana entre gaviotas y estatuas de sal. Puedo decir que el agua de mis camales es la salpicadura de las olas... hoy puedo decir que el sueño duró hasta que el sol marcó las doce.

Un insignificate detalle de un significante día... porque cada día cuenta. Hasta cuando no pasa nada el tiempo camina y por eso en mis paseos nunca llevo reloj...

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