Pestañas que son deseos en las mejillas
mojadas de viejos llantos.
Soplé mil abuelitos del color de las canas
bellas de la tercera juventud.
Soplé las velas y deseé seguir deseando
cuando encienda un nuevo fuego en mi tarta.
Tras simultanear palabras conmigo misma
pedí sacar la varita más larga de tu mano.
Elegí piedra, papel y tijera y me gané a mi
misma para no tener excusa y seguir jugando.
Chapí, chapó... monta y caben en mis pasos
pequeñas carreras que me hacen ganar hoy.
Y ya se intuyen bajo la puerta del estío
los faldones de San Juan que vuelve a mi playa.
Saltaré la hoguera de mis anhelos de tinta y
los convertiré en sueños de agua cuando
salte las olas de mis deseos pintados de blanco.
No son más que supersticiones que nos bombean
nuevos suspiros, que cubren los huecos de
los sinsabores del existir... magias de estar por casa.
2 comentarios:
Hola Marina,
Este poema tuyo me recordó viejas escenas familiares, ahora, que casualmente estoy especialmente sensible a esos seres que visitábamos con la ilusión de siempre, y al abrir la puerta sabíamos que nos recibirían con un beso y nos dejarían "zapatillas de estar en casa". Así mismo la magia de sus canas, de sus bellas arrugas, cada una de un sinsabor de la vida,son recuerdos de una época dorada..
"Saltaré la hoguera de mis anhelos de tinta y
los convertiré en sueños de agua cuando
salte las olas de mis deseos pintados de blanco."
Es una imagen preciosa, Marina, y
que puedo ver claramente a través de tus letras encendidas.. Será que estoy especialmente sensible como digo.. sigue poniendo magia con tu varita, por favor
Un besos
Las viejas historias que serán jévenes siempre como el espíritu de quienes las "bebieron".
Saltaré siempre porque el corazón se dispara. Convertiré mis sueños en realidades a cada golpe de viento. Y siempre llevaré mi pincel blanco en el bolsillo de reparar mis días de mar revuelto.
besos
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