Todos los caminos llevan a Roma
y yo solo quiero llegar al quicio de
las cosas tiernas.
Quiero llegar a la esquina
donde deshojabamos la flor
de mi niñez.
Subiré la cuesta de las verdades
que me crecen en la copa
del espíritu.
Pagaré cada deuda de amor
con mi verso enredado en la hiedra
del alma.
Cambiaré deprisa de acera
para buscar el sol en cada paseo
nocturno.
Pensaré en cada día futuro y me olvidare de lo que está por venir y el presente sera el recuerdo de lo pasado que ya ha sucedido todavía... en Roma o en el quicio de las cosas tiernas..
4 comentarios:
Las cosas tiernas..
Esas son las que merecen la pena cuando recapitulamos, si miras al futuro con esa óptica y esperas de él esas cosas que te sacien el espíritu.. el pasado, presente y futuro no serán más que una sola cosa, la suma de todas esas cosas tiernas que deseas..
bss
cuanto me gusta recibirte en mi cada lol...siempre tienes cosas tiernas para mi.
gracias amiga
Me parece un articulo muy bonito,felicidades!!
Ser tiernos es ser suaves, blandos, delicados, cálidos, amorosos. La ternura es lo contrario de la dureza de la inflexibilidad. Quienes se atrincheran en la dureza, se privan de la hermosa oportunidad de dar y recibir afecto. La ternura atrae, encanta, afirma, fortalece.
La ternura se regala en la mirada, en el tono el tono empleado para solicitar un favor, en el saludo, en la manera de estrechar una mano y hasta en la manera de dirigirnos a la persona que nos atiende en el restaurante. También podemos prodigar ternura en situaciones en las que sería más fácil recurrir a la dureza, como por ejemplo cuando tenemos que corregir a alguien. Ella desaparece, eso sí, cada vez que permitimos que el orgullo o la impaciencia nos dominen.
La ternura es privilegio de aquellos que se atreven a abrir el corazón, de aquellos que no temen ser vulnerables; por eso es patrimonio de las alma claras. Los niños educados con amor son casi siempre tiernos, al igual que las personas de edad avanzada que han vivido activa y plenamente.
Siempre he pensado que uno de los ingredientes del amor es una sustancia llamada ternura. Una buena dosis de ella le da una dimensión más amplia y significativa al encuentro amoroso. La ternura y la pasión forman una mezcla que nutre, refresca y renueva la relación entre las personas que se aman. La pasión sola se extingue fácilmente, en tanto que la ternura depende menos de fluctuaciones anímicas, sobreviene el envejecimiento del cuerpo y le da juventud al alma.
La ternura es una cualidad que puede ser cultivada y mejorada conscientemente. Ser tiernos es una determinación que podemos tomar, y una decisión que implica riesgos; es decidirnos a amar y a ofrendarnos sin recelos ni temores. Para ser tiernos basta, en el fondo, con ser nosotros mismos.
Luis Gaviria Vélez
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